Inicio » Maternidad » Para recapacitar un poco. Carta a un hijo
Maternidad

Para recapacitar un poco. Carta a un hijo

carta-a-un-hijo

Estoy segura de que muchas y muchos de vosotros os sentiréis reflejados en el texto que copio más abajo; espero que no como norma en vuestra vida ni quizá de forma tan extremada, pero seguro que podéis identificar alguna ocasión en la que haya sido algo parecido. Y si no es así… ¡enhorabuena!

No acostumbro a destinar mis posts a publicar material ajeno, sobre todo sin citar la fuente – por desconocerla -, pero en este caso el texto me ha llegado tanto al alma y refleja tan bien lo que pretende, que lo he creído más que conveniente. Ni en mil años yo sería capaz de relatarlo mejor.

Lo puso un buen amigo en su Facebook y aún no había acabado de leerlo cuando ya estaba con la lágrima fuera; no sé si eso es mala señal. Espero no haberme comportado así en muchas ocasiones; yo creo que no. De hecho creo que nunca me he comportado así tal cual; el caso que se relata es muy radical, de todo un día. Pero también es verdad que así se capta el mensaje a la perfección.

No sé si por nuestro ritmo de vida, por lo exigentes que somos con nuestros hijos o por un sentimiento de inferioridad respecto a no sé muy bien qué o quién, hay veces que parece que sólo somos capaces de ver lo menos bueno de los demás y criticarlo aun cuando esto «menos bueno» es así por la inocencia y felicidad de los que más queremos.

Os dejo el texto que a mí me removió tanto. Sólo con que haga recapacitar sobre nuestra falta de paciencia y de comprensión en determinadas situaciones, habrá valido la pena este post.


 

CARTA A UN HIJO

Era una mañana como cualquier otra. Yo, como siempre, me hallaba de mal humor.

Te regañé porque te estabas tardando demasiado en desayunar, te grité porque no parabas de jugar con los cubiertos y te reñí porque masticabas con la boca abierta.

Comenzaste a refunfuñar y entonces derramaste la leche sobre tu ropa. Furioso te empujé para que fueras a cambiarte de inmediato.

Camino a la escuela no hablaste. Sentado en el asiento llevabas la mirada perdida. Te despediste de mi tímidamente y yo sólo te advertí que no te portaras mal.

Por la tarde, cuando regresé a casa después de un día de mucho trabajo, te encontré jugando. Llevabas puestos tus pantalones nuevos y estabas sucio y mojado.

Te dije que debías cuidar la ropa y los zapatos; que parecía no interesarte mucho el sacrificio de tus padres para vestirte. Te hice entrar a la habitación para que te cambiaras de ropa y mientras marchabas delante de mi te indiqué que caminaras erguido.

Más tarde continuaste haciendo ruido y corriendo por toda la casa.

A la hora de cenar arrojé la servilleta sobre la mesa y me puse de pie furioso porque no parabas de jugar. Con un golpe sobre la mesa grité que no soportaba más ese escándalo y me fui a mi cuarto.

Al poco rato mi ira comenzó a apagarse.

Me di cuenta de que había exagerado mi postura y tuve el deseo de buscarte para darte una caricia, pero no pude. Cómo podía un padre, después de hacer tal escena de indignación, mostrarse sumiso y arrepentido?

Luego escuché unos golpecitos en la puerta. ‘Adelante’ … dije, adivinando que eras tú. Abriste muy despacio y te detuviste indeciso en el umbral de la habitación.

Te miré con seriedad y pregunté: ¿Te vas a dormir? … ¿vienes a despedirte?

No contestaste. Caminaste lentamente con tus pequeños pasitos y sin que me lo esperara, aceleraste tu andar para echarte en mis brazos cariñosamente.

Te abracé ….. y con un nudo en la garganta percibí la ligereza de tu delgado cuerpecito.

Tus manitas rodearon fuertemente mi cuello y me diste un beso suavemente en la mejilla.

Sentí que mi alma se partía.

‘Hasta mañana papi’ me dijiste.

¿Qué es lo que estaba haciendo?

¿Por qué me desesperaba tan fácilmente?

Me había acostumbrado a tratarte como a una persona adulta, a exigirte como si fueras igual a mí y ciertamente no eras igual.

Tu tenias unas cualidades de las que yo carecía: eras legítimo, puro, bueno…

Después de un rato entré a tu habitación y encendí con cuidado una lámpara.

Dormías profundamente.

Tu hermoso rostro estaba ruborizado, tu boca entreabierta, tu frente húmeda, tu aspecto indefenso como el de un bebé.

Me incliné para rozar con mis labios tu mejilla, respiré tu aroma limpio y dulce.

No pude contener el sollozo y cerré los ojos.

Una de mis lágrimas cayó en tu piel. No te inmutaste.

Me puse de rodillas y te pedí perdón en silencio.

Te cubrí cuidadosamente con la sabana y salí de la habitación……..

Algún día sabrás que los padres no somos perfectos, pero sobre todo, ojalá te des cuenta de que, pese a todos mis errores, te amo más que a mi vida.

¿Qué tenéis que decir?

 

28 Comentarios

  • Responder
    Berta P
    17 junio, 2013 at 08:32

    Pues la verdad es que yo decir, decir ahora mismo no puedo decir nada, se me ha saltado la lagrimita también!!!
    Yo como tú creo que no he hecho eso nunca pero quizá debieramos preguntarles a ellos si lo hemos hecho o si hemos hecho algo que les haga sentir parecido…
    A veces hacemos y decimos cosas que son para matarnos, son sólo unos niños y debemos mimarlos más, no se van a malcriar.
    El libreo que cuelgas, una pasada!!! Es nuestro libro de cabecera y tenemos hasta contestación: -Mucho- -Y yo más- -Pues y yo hasta el infinito y más allá- total que siempre me acaba ganando porque después del infinito ya no hay más…
    Ayyyyyyy me puse sensiblera!!!

    • Responder
      golosi
      17 junio, 2013 at 12:54

      Ya sabía yo que de la lágrima se escapaban pocas 😉
      Toda la razón, muchas veces deberíamos pararnos a pensar antes de abrir la boca, pero cómo cuesta, verdad?
      Sobre el libro pues sí, es de lo más bonito que hay, a mí también me gusta mucho muchísimo :)

  • Responder
    Ana
    17 junio, 2013 at 10:10

    Comenzando la semana con la lagrimilla asomando…
    Buena reflexión
    Besitossss
    Cosicas de nuestra vida

    • Responder
      golosi
      17 junio, 2013 at 12:55

      Ay esas lágrimas.. mira que lo tenemos fácil, eh?! jajaj.
      Un besote y gracias por pasarte :)

  • Responder
    Susana cosicasdnv
    17 junio, 2013 at 13:49

    pues que a veces nos pasamos con ellos y ellos NUNCA se pasan con nosotros.
    bonito texto
    bsss

  • Responder
    Marta Perez
    17 junio, 2013 at 16:13

    Algo similar a lo que te puse en un post anterior. Muchas veces perdemos de vista el tiempo que pasamos con ellos, la calidad que debemos ofrecer(nos), nos desesperamos porque creemos que deberían saber como hacer o decir en un momento concreto, y todavía están aprendiendo.

    • Responder
      golosi
      20 junio, 2013 at 10:26

      Son tan pequeñines… y nosotros con la maldita manía de querer hacerlos mayores a la de ya.
      Un besito guapa

  • Responder
    Y entonces llegó el caos
    18 junio, 2013 at 08:26

    Ay maja, me he emocionado y todo! A mí me pasó durante unos días este invierno que estaba super estresada y todo el día de mal humor. Les regañaba mogollón y supe que había tocado fondo cuando un día Miguel, el pobre ya medio llorando me dijo, – Pero mamá, por qué estás tan enfadada?
    Y realmente fue como el clic que necesitaba para replantearme un montón de cosas.
    Muy chulo guapa, una buena reflexión. Un besito

    • Responder
      golosi
      20 junio, 2013 at 10:27

      Me cuesta verte de los nervios, la verdad.
      Está claro que ellos se dan cuenta de nuestro estado de ánimo; es una suerte que nos lo sepan hacer ver.
      Me alegra que te guste.
      Muacs!

  • Responder
    elblogdebombones.com
    18 junio, 2013 at 09:29

    Jo, precioso.
    No somos perfectos, claro que no. Pero cosas así las tendríamos que tener presentes siempre. No van a volver a ser pequeñitos nunca.
    Gracias

    • Responder
      golosi
      20 junio, 2013 at 10:29

      Eso es. Mucho nos olvidamos de que nosotros no somos perfectos y de que ellos son niños.
      Gracias a ti por pasarte :)

  • Responder
    vanina
    18 junio, 2013 at 12:30

    Tienes toda la razón, nuestras reacciones son desmedidas en muchas ocasiones para lo que están haciendo, pobres, pagan nuestro cansancio, frustración prisas….
    Yo me he sentido, lamentablemente, en alguna ocasión, como ese padre, y es de los peores sentimientos que he tenido, me deja el corazón roto, y el alma triste…y lo peor no hay vuelta atrás…
    Besos

    • Responder
      golosi
      20 junio, 2013 at 10:31

      Sin duda darnos cuenta de que nos hemos comportado así es un gran paso, pero nos deja hechos polvo.
      Y sin ánimo de echar balones fuera… maldito ritmo de vida!
      Besos guapísima, gracias por pasar

  • Responder
    Monica Aranda
    21 junio, 2013 at 06:05

    ainsss que yo tambien estoy con la lagrimilla fuera….
    pasarme pasarme….durante todo el dia no, pero algun momento si, fue al principio de nacer el segundo, con problemas colicos y sin dormir, por las mañanas todo me sentaba mal y claro se paga con quien menos deberia…
    por suerte he ido aprendiendo a relajarme y menos mal que yo saco una paciencia de donde no se….porque mi marido no la tiene y sigue pagando sus enfados con el principe y yo al loro para defender al niño, que solo es un niño y no tiene culpa de nada….
    muy bonito golosi.

    • Responder
      golosi
      21 junio, 2013 at 18:18

      Qué identificada me siento, ainss.
      Un besote!

  • Responder
    Nu
    21 junio, 2013 at 20:04

    Jolin, me he emocionado. Yo de momento creo que nunca me he comportado así, pero desde luego que algún dia he pecado de poca paciencia o de hacer cosas que me gustaria haber hecho de otra manera y que por nuestro ritmo de vida a veces hay que hacerlo todo más rápido. Eso me ha hecho sentir muy mal.
    Un besazo guapa!!!

    • Responder
      golosi
      21 junio, 2013 at 22:24

      No Nuri, no te veo comportándote así. Lo otro hija, entra dentro de lo normal y aceptable, no?
      Muac

  • Responder
    Núria
    21 junio, 2013 at 19:57

    Dicen que siempre tratamos peor a los que más queremos…supongo que porqué nuestras expectativas son mayores.Yo llevo clavada la espina de haber sido una madre muy poco paciente cuando mis hijos eran pequeños…y bueno, ahora que tienen 20 y 14 años no es que yo sea un prodigio de paciencia…pero si pudiera volver atrás intentaría con toda mi alma reñirlos menos y comprenderlos más…

    • Responder
      golosi
      21 junio, 2013 at 22:23

      De poco sirve arrepentirse de lo hecho en el pasado, sobre todo si no tiene solución. Seguro que tus hijos saben lo q les quieres y a esra edad son conscientes e q nadie es perfecto, y menos los adultos.
      Besos

  • Responder
    Maricuchíbricas
    25 junio, 2013 at 07:50

    Precioso. Yo también me he emocionado. Qué importante es la inteligencia emocional, aprenderla y saber transmitirla después.
    Me ha encantado!
    Bea Maricuchíbrica.

    • Responder
      golosi
      25 junio, 2013 at 15:47

      Me alegra que te haya gustado.
      Muchas gracias por pasarte :)

  • Responder
    Lingosworld
    26 junio, 2013 at 11:02

    Golosi! acabo de leer tu entrada….Creo que en el fondo, cuando tenemos momentos de cansancio o estamos sobrepasados, también es bueno decírselo. Comprenden mucho más de lo que pensamos y algunas veces, incluso nos consuelan. Te lo digo por experiencia, q a mi, bolita, me ha visto triste y preocupada y me ha abrazado, acariciado la cabeza y consolado diciéndome mami no pasa nada, cómo yo he hecho tantas veces con él. Y sólo tiene 3 años….

    • Responder
      golosi
      26 junio, 2013 at 12:03

      Qué imagen más tierna la que describes :)
      Tienes razón, seguro que entienden más de lo que creemos y es bueno que les hagamos saber cómo ns encontramos.
      Un besazo guapa. Y gracias por pasarte

    • Responder
      Lingosworld
      28 junio, 2013 at 10:53

      Siempre me paso y te leo! aunque no comente! lingo besos!

    • Responder
      golosi
      28 junio, 2013 at 10:58

      Jajaja, gracias hermosa. Yo también comento muuuuucho menos de lo que me gustaría. Un besazo

  • Responder
    613materika
    2 julio, 2013 at 22:01

    Uff….a mí también me ha llegado al alma…..si es que siempre vamos deprisa, corriendo, de mal humor…cansados…y olvidándonos de todo lo maravilloso que nos rodea…Pues me voy a darles un beso aunque estén durmiendo.

    Gracias
    ana♥
    613materika

    • Responder
      golosi
      3 julio, 2013 at 07:13

      No debería ser excusa, pero esa es la principal razón. Maldito ritmo!
      Un beso

    Responder a Y entonces llegó el caos Cancelar comentario